Muere otro deportista
La irresponsabilidad de un conductor ebrio provoca la muerte de otro deportista en Manizales.
Por: Duván Marín Martínez
El ciclista aficionado Martín Arango Hincapié se convirtió en la enésima víctima fatal del irracionalismo de un conductor en una carretera nacional, la Panamericana, que cruza por Manizales, cerca al aeropuerto La Nubia. Era madrugada cuando el deportista de 33 años fue embestido por un auto irresponsablemente llevado, según testigos y autoridades, por un sujeto en estado de ebriedad, lo que marcó el resultado de la prueba de alcoholemia en el lugar del trágico acontecimiento que enluta a varias familias, amigos y en general al deporte de la región.
Como este caso, han sido muchos, los registrados en nuestro país, donde muy poco se hace de parte del gobierno para evitarlos, porque faltan sanciones más contundentes, severas y ejemplarizantes para que la historia de hechos violentos, con pedalistas involucrados, no se repita. El culpable pagaría 17 años de prisión, según se supo en una audiencia, pero la pena podría aumentar, de acuerdo con penalistas de la capital caldense y serviría a los legisladores para que analicen, de qué otra manera se debe actuar, en procura de la reducción de este tipo de tristes eventos.
No es la primera vez que en las vías de Colombia suceden episodios, como el que acabó con la vida de Arango Hincapié, un distinguido ciudadano que vivía intensamente el ciclismo, con recorridos frecuentes por los ascensos más reconocidos de Caldas, entre ellos el Alto de Letras (3.680 msnm). Hace poco asistió con un grupo de paisanos, muy amigos todos, al ‘Giro de Rigo’ el cual animaron miles de corredores de todo el país.
Martín, era un destacado ejecutivo de la empresa Cafexport; el gremio cafetero expresó su solidaridad y sentimiento a los familiares que padecen el dolor por la pérdida de uno de sus integrantes. «Era un teso para el ciclismo y para el trabajo», expresó dolido un compañero de labores del fallecido. Uno más manifestó que “era tranquilo, amable, buena gente y algo introvertido». Otros ruteros manizaleños lamentaron la trágica muerte de Martín a quien le reconocían sus capacidades pedaleras y el sentido de amistad y solidaridad que profesaba en el grupo madrugador, acostumbrado a recorrer sobre el pavimento, decenas de kilómetros, para luego emprender las jornadas empresariales.
De lo que estamos seguros, es de la insensatez que todavía existe entre choferes, que, sin medir consecuencias, manejan cualquier automotor, con sentimientos de odio o de rabia, sobre los ciclistas a los que intentan asustar tirándoles el carro o insultando desde sus cabinas.
¿Algún día tendremos autoridad para impedir acciones similares a las protagonizadas por esos que van al volante muchas veces inconscientes, irreverentes en las vías, irrespetuosos y maltratadores frente a peatones, atletas o conductores decentes, que son la mayoría? ¿Habrá quién imponga la cultura ciudadana en las carreteras?
El Ministerio del Transporte, gobernadores, alcaldes, secretarías de movilidad o de tránsito están en la obligación, por ejemplo, de revisar las señalizaciones e incrementar las del respeto por los ciclistas. Desde la Federación Colombiana de Ciclismo, hace varias décadas, su presidente Miguel Ángel Bermúdez acuñó una frase que llamaba poderosamente la atención: Respete al ciclista, puede ser su hijo…¿cuántos accidentes más hay que publicar, para que desde el Ministerio del Deporte o el de Transporte o autoridades departamentales y municipales, vuelvan a las campañas que inviten a los conductores al acatamiento de las señales de tránsito? Hasta cuándo señores del gobierno…Martín tiene que ser el último entre los occisos de la insensatez. ¡No más por favor!, gritamos desde nuestras bicicletas…
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. (Salmo 56:3)

