El Ministerio del Deporte, condenado a administrar pobreza en 2026
Por Duván Marín Martínez
Definitivamente el presupuesto para el Ministerio del Deporte es nefasto, por donde se le analice. 510 mil millones de pesos para un año, es muy poco con todos los compromisos que tiene al frente una cartera destinada especialmente a la juventud colombiana que pasa por momentos aciagos en todas las regiones, donde muchos tienen su disciplina como una ilusión, una esperanza o un proyecto de vida.
Mindeporte llegó a tener 2 billones de pesos para atender las necesidades básicas de las federaciones deportivas, porque todas reclaman y con razón, recursos para dedicar a la preparación de los atletas, pago de entrenadores, monitores o técnicos, desplazamientos en el interior del país o el exterior, uniformes, herramientas de trabajo, mantenimientos, hospedajes y hasta alimentación.
Amén de lo adquirido hace varios años, como el pago a ‘glorias del deporte’ quienes reciben una especie de pensión o bonificación, gracias a títulos mundiales o medallas olímpicas, al Mindeporte no le alcanza y serán variadas las reclamaciones desde municipios y departamentos por los dineros para salir a competir. No hay derecho a la indolencia del gobierno y de los congresistas que ven al deporte, igual a que a la ciencia y a la cultura, como las cenicientas del paseo, cuando de ordenar las finanzas se trata,
Solo el fútbol, autosostenible en el profesionalismo y selecciones en las diferentes categorías, está por fuera de la urgente necesidad de los millones requeridos, por ejemplo, para el ciclismo, que sobrevive por determinados patrocinadores y el baloncesto que intenta, con un torneo desigual de pocos meses salir por lo menos a presentar sus programaciones cada temporada.
En el pedalismo, los mecenas escasean y no son tantos como hace diez o veinte años. Las ligas departamentales claman por auspicios para sostener o fundar clubes y escuelas, divisiones para las cuales el apoyo brilla por su ausencia. Otros deportes como el voleibol, beisbol, atletismo, pesas que tiene historial olímpico con resultados comprobados, boxeo, todas las artes marciales, esgrima, gimnasia y tantas más, viven en el desespero porque realmente el respaldo económico no existe y los que tienen, es mínimo, en relación con otros países. Patinaje tiene un patrocinador, casi propio y sale adelante por oleadas.
En pleno 2025, todavía es un hecho la presencia de los salvadores de siempre: los padres de familia. Rifas, ventas de comestibles, festivales, expendios de buñuelos, empanadas, tamales y arepas, son entre otras actividades, las emprendidas en barrios, veredas, escuelas y colegios, bajo el firme propósito de adquirir camisetas y tenis, en general implementación deportiva o hasta para el desplazamiento en campero o buseta desde su ciudad a otra. Todos animados por tener la frecuencia deportiva y figurar en un listado de participantes. Así es como se hacen nuestros campeones en Colombia.
Es la dura realidad, mientras que los dirigentes políticos prometen en épocas electorales y se olvidan en el momento de ocupar curules. Están incluidos los responsables de los gobiernos de turno, también promeseros. ¿Hasta cuándo?…no sabemos…lo cierto es que el deporte nacional es lo único que sirve de bálsamo en medio de las crisis sorteadas a cualquier precio desde la Casa de Nariño o entes seccionales. Es muy triste, difícil y lamentable. Claro, están listos para abrir la puerta, una vez llegue el campeón con su título o la presea dorada en el pecho.
Por ahí salió un dirigente político del Valle del Cauca a sacar pecho dizque porque dio la pelea, para aumentar el presupuesto. Ese dinero sale de nuestro bolsillo, no del personaje de marras, quien hizo la gestión con otros colegas. Obvio, están en campaña y a meses de las elecciones.
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. (Salmo 56:3)
